Ni las bajas, ni el Barcelona, ni el diluvio universal, ni Militao, ni siquiera Odriozola. A este Real Madrid no hay quien lo hunda. Los blancos derrotaron al Barcelona en un Clásico pasado por agua y con unos tintes épicos y ochenteros. Benzema pintó una obra de arte de tacón y Kroos y Mingueza marcaron sendos goles de churro. Los de Zidane, así de tapadillo, se acuestan como líderes de la Liga. Koeman, tan llorón como siempre, echó la culpa al árbitro.
Zidane no tenía demasiadas opciones para rotar en el Real Madrid. Sin Carvajal, ni Ramos, ni Varane, ni Hazard, el fondo de armario se quedaba cojo y feo. Por eso apenas hizo un cambio sobre los once que jugaron ante el Liverpool: Valverde por Asensio. Era más que un retoque estético como los de Tamara Falcó. Era un cambio de sistema del 4-3-3 al 4-4-2 en rombo para liberar a Modric y dejar arriba campar a sus anchas a Benzema y Vinicius, el hombre de la semana en Valdebebas.
Enfrente Koeman repetía su sistema de tres centrales pero se quedaba sin Piqué. Otro ilustre que se perdía el Clásico por lesión. Atrás el Barcelona formaba con Mingueza, Lenglet y Araújo, escoltados por Dest a la diestra y Jordi Alba a la siniestra. El centro del campo era para Busquets, De Jong y Pedri, mientras que arriba Messi y Dembélé se repartían el peso atacante del equipo azulgrana.
Así que con esos 22 protagonistas, y Gil Manzano convocado de urgencia para suplir a Mateu Lahoz, comenzó el Clásico de Valdebebas. El primero y esperemos que el último que se juega en el Di Stéfano. Que comenzó con ritmo y presión por ambas partes. Poca broma. Real Madrid y Barcelona se tanteaban en el inicio. Replegaban los de Zidane y manejaban más la pelota los de Koeman.
Un mal control de Vinicius con el muslo en su mano a mano con Lenglet fue el primer aviso del campeón de que no tenía la cabeza precisamente en Liverpool. El brasileño tiene esas cosas, que es capaz de hacer el control del siglo o perdonar una ocasión fácil. Respiraba Koeman. Su equipo manejaba la pelota pero era inofensivo para un Real Madrid bien plantado, juntito, solidario.
El Barcelona encontró la clásica conexión Messi-Jordi Alba al filo del minuto 10. Leo encontró a su socio, cuyo pase de la muerte lo punteó con su guante Courtois para evitar males mayores en el área pequeña del Real Madrid. Ahora era Zidane quien se aflojaba el nudo de la corbata.
Nudo que se quitó, igual que el resto de la corbata y se lo puso en la cabeza como si estuviera en una boda cuando en el minuto 13 Benzema logró un gol sencillamente magistral. Fede Valverde recorrió varios latifundios de verde mientras reventaba con su zancada a Busquets.
Benzema pinta un cuadro
El uruguayo abrió a la derecha a la subida de Lucas Vázquez, que se incorporaba como un avión de Plus Ultra con subvención. El lateral la puso por abajo al área y allí apareció Benzema para dibujar otro de sus maravillosos lienzos futbolísticos. Se adelantó a Araújo y se sacó un remate imposible de rabona que no se esperaba ni Ter Stegen… ni nadie. Fue un gol sencillamente histórico.
El tanto agitó aún más un Clásico que ya era de por sí vibrante. El Real Madrid olió la sangre azulgrana y se desbocó en ataque. En el 22 Karim rozó el doblete pero la falta directa que ejecutó en la frontal se fue directa al aeropuerto.
Y volvió a tenerla, esta vez Kroos, en otra falta casi sobre la línea del área grande en el 26. La cometió Araújo sobre Vinicius, que había sentado en su carrera a Lenglet y Mingueza. El alemán ejecutó el golpe franco y le tocó la lotería… de carambola. La pelota tocó en Dest y despistó a Ter Stegen y a Jordi Alba, que no pudo sacarla bajo palos. Pues eso: 2-0 y el Clásico encarrilado (que no ganado) en media hora.
Apretó el Barcelona en busca del 1-2 y casi se encuentra con el 3-0 así a la media hora. La contra la aceleró un Vinicius imparable y la culminó Valverde con un disparo envenenadísimo que punteó Lenglet y repelió el palo. El rechace le cayó a Lucas Vázquez, cuyo rechace de cuchara lo despejó Ter Stegen para evitar que el Real Madrid hiciera el tercero.
Carambola de Kroos
Koeman puso a calentar a Illaix y a Griezmann para evitar una sangría que se estaba cociendo en Valdebebas. De repente arreció el diluvio. Lucas Vázquez y Busquets se pegaron un encontronazo de esos que hielan la sangre. El del Real Madrid salió mal parado y Zidane tuvo que sacar a Odriozola. Lo que faltaba tanto para el Clásico como para Liverpool.
Messi estuvo al filo de lograr un gol olímpico en la prolongación de la primera mitad, pero su disparo desde el córner se estrelló contra el palo después de salvar la espigadísima figura de Courtois. Y precisamente el belga salvó el tanto postrero del argentino en otro córner posterior después de que Leo se la llevara con la mano.
Con el diluvio universal cayendo sobre el campo del Madrid nos fuimos al descanso. Del que volvimos con el Barcelona tratando de poner cerco al área de Courtois… sin éxito. Valdebebas parecía la piscina del Canoe por el agua. Pero, eso sí, con el césped impecable. Replegóse el Real Madrid en busca de fiar el tercero a una contra y para proteger el botín del 2-0.
Acorta Mingueza
Griezmann, que había salido en el descanso por Dest, se asomó al área en busca del gol. Pero nada. Tampoco Benzema pudo conectar para lograr el tercero en una contra al filo de la hora de partido. Zidane ponía a calentar a Asensio… ¡y a Isco! Y justo cuando iba a salir por Valverde llegó el gol del Barcelona. Lo marcó Mingueza en una jugada un poco estúpida mal defendida por el uruguayo primero, por Odriozola después y por el inefable Militao, más pendiente de no hacer penalti que de despejar, como último de la fila. La pelota le cayó a Mingueza en el segundo palo que, casi sin querer, marcó con la espinilla.
El Real Madrid estaba en apuros. Muchos. Su defectuosa defensa, demasiado aculada atrás, empezó a sufrir. Con Odriozola y Militao en una línea de cuatro, no es para menos. El Barcelona se lanzó a tumba abierta en busca del 2-2. Zidane puso a calentar a Marcelo. En una enorme galopada Vinicius perdonó el tercero al no ser capaz de encontrar a Benzema, al que sólo le faltaba el chaleco reflectante y agitar los brazos para pedirla.
Luego perdonaría Kroos el tercero con un cabezazo y también Messi en una falta en la frontal. Empezó después un carrusel de cambios de Zidane, que ya tenía la cabeza en Anfield: Isco por Kroos, Marcelo por Vinicius y Mariano por Benzema. También cambió el sistema a 5-4-1. Militao, Nacho y Mendy eran los centrales; Odriozola y Marcelo los laterales. Casemiro, Modric, Isco y Asensio los centrocampistas. Y arriba Mariano. Es lo que hay.
Koeman metió a Trincao y a Braihtwaite por Pedri y Dembélé. El Clásico pasaba a ser un sindiós indescifrable. Y Odriozola siguió con su recital de cagadas. Una asistencia suya (sin querer, esperamos) estuvo a punto de costarle al Real Madrid el 2-2. Al Barça le faltó precisión en el remate y a Braithwaite unos neumáticos de agua en un piscinazo que no hizo picar a Gil Manzano.
Casemiro vio dos amarillas justas al filo del 90, así que el Real Madrid acabó otro Clásico con diez. Ni siquiera Messi fue capaz de marcar de falta. Sobrevivieron los blancos al arreón final del Barcelona, con palo de Illaix incluido, y se llevaron un Clásico que les acerca a la Liga… con permiso del Atleti, claro.